No sé dónde mirar ante tus pies agrietados sobre la nieve,
ante tu chamizo de plásticos,
nido de tormento y desidia adormecidos
como palomas tras las grietas de una casa en ruinas.
No sé dónde mirar cuando advierto tu ser aterido de frío
al refugio de una manta,
devorando una sopa caliente,
acurrucado, sin mesa ni mantel.
No sé dónde mirar este Enero
que congela las manos de una Europa en blanco y negro,
rancia imagen de los años del horror
que retorna a mi retina.
La misma historia,
los mismos personajes,
el mismo escenario,
la misma senda que hoy recorres
mirada clavada en el suelo,
tembloroso,
agotado…
Y se cierran las puertas.
Y en el horizonte se levantan muros de indecencia.
Y te persiguen como a un delincuente.
¡Y te juro que no sé dónde mirar…!
Sólo te pienso en tu desesperante espera,
sin saber lo que esperas, si acaso esperas algo ¡y me avergüenzo!
¡Y suplico que termine esta película de psicópatas ocultos en despachos!,
entre poltronas de oro, impasibles…
Y maldigo el día que les entregamos las llaves de nuestras vidas.
Y llora Siria…
Y sucumbe Alepo
bajo los escombros de este holocausto.